Sonia Ruiz
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Aunque los arreglos florales de nuestra boda (Abril 2021 en Can Marial) quedaron super bonitos, la calidad del servicio, la actitud de Carla y la comunicación con ella fueron totalmente nefastos.
Carla tardó 3 semanas en hacernos una propuesta desde que hablamos con ella por primera vez. Faltaban solo dos meses para la boda (ya que Can Marial acababa de contratarla) y nos envió lo que nosotros le llamamos una lista de la compra. Una factura de unos cuantos miles de euros con precios super desorbitados. Sin moodboard, sin fotos, sin explicaciones de qué nos podía ofrecer. Le pedimos que nos enseñara varias propuestas, y 2 semanas más tarde nos envió varias fotos que también estaban en su página web. Cada vez que contactábamos con ella para hacerle cualquier pregunta o para proponerle ideas adicionales, tardaba como mínimo 2 semanas en contestar. Un proceso muy estresante que se alargó hasta el día antes de la boda. Una falta de comunicación total.
El día de nuestra boda llovió. Pero nosotros no podíamos estar más felices de poder celebrar nuestra boda después de haberla pospuesto 3 veces debido al covid. Can Marial pidió a Carla que hiciese el montaje floral para la ceremonia en el exterior por si acaso no llovía. Y dos horas antes Can Marial pidió a Carla trasladar el montaje en interior, por qué efectivamente llovió durante la ceremonia. Este cambio no supuso ningún problema ni para el personal de Can Marial, ni para Wedding Mediterraneo (nuestra wedding planner): los cuales estaban perfectamente capacitados para trabajar bajo estrés y para adaptarse a los cambios (y que además trabajaron con una sonrisa y con el mayor nivel de profesionalidad). Cuando terminó la boda, Carla nos dijo lo horrible que había sido el día para ella, y lo mal que lo había pasado. Un estrés innecesario, según ella opinaba. Y nosotros que estábamos con el subidón de toda la felicidad y amor recibido ese día, pues nos sentó un poco raro. Nos lo volvió a repetir en un par de ocasiones más después de la boda. Y nos preguntamos: ¿para qué? Solo por quejarse, por tener muy poca actitud para el trabajo y aún menos capacidad para afrontar una boda como florista. Para Carla todo son problemas.
Le pedimos dos guirnaldas de flores para los coches de los novios. Mientras yo me estaba arreglando para el gran día, me llamó para decirme que no se le aguantaban las flores, y para preguntarme qué hacer. Tuve que enviar a mi padre a ayudarla a enganchar las flores al coche. La guirnalda se cayó después de la ceremonia… Muy pocos recursos, capacidad decisiva o resolutiva.
Quedamos con ella que le pagaríamos el 50% restante de la factura al final de la noche. Nos estábamos despidiendo de nuestros invitados cuando se nos acercó de forma super agresiva preguntándonos que cuando pensábamos pagarle (y eso que era la primera vez que la veíamos en todo el día).
Después de la boda, nos fuimos a un hotel, donde al día siguiente organizamos una comida íntima. Semanas antes de la boda le pedimos si podíamos trasladar las flores al hotel pagando el transporte, montaje y desmontaje. Carla no quería, por qué ese material era suyo y lo quería utilizar el día siguiente para otro evento. Después de muchísimos problemas y caras largas, cedió.
Mi ramo de novia se lo regalé a mi hermana. Después de la boda le pedí a Carla si se podía encargar de secar las flores, y montarme el ramo de novia de nuevo para que mi hermana lo tuviese de recuerdo. El ramo lo terminó a principios de septiembre, 4 meses después de habérselo dado. Desde el mes de abril hemos tenido Whatsapps sin contestar, no me cogía las llamadas, cuando me cogía el teléfono me decía de mala gana que estaba ocupada o descansado. El ramo no se parece en nada al ramo del día de la boda. Y ha quedado feo, hecho a desgana.
Una decepción de servicio: falta de actitud, capacidad resolutiva y de comunicación. En un día tan importante, no quieres rodearte de una persona tan negativa y poco preparada. Un servicio con precios desorbitados, para estar trabajando con una persona que está a disgusto constante con la vida.
